El jade es un cristal asociado con la pureza, la serenidad y la sabiduría que se alcanza a través de la calma. Es una piedra protectora que armoniza el entorno, aleja las energías negativas y atrae buena suerte, prosperidad y abundancia. Vinculado al chakra del corazón, potencia el amor, los cuidados y el equilibrio emocional.
Favorece la estabilidad de la personalidad, promueve la autosuficiencia y ayuda a integrar mente y cuerpo. Disipa pensamientos negativos, estimula ideas claras y facilita la resolución de tareas complejas. Emocionalmente, permite liberar tensiones internas, alivia la irritabilidad y acompaña en procesos oníricos de autodescubrimiento. Espiritualmente, conecta con el conocimiento oculto y promueve el despertar del ser interior.
En el plano físico, el jade actúa como una piedra depurativa, especialmente útil para los órganos de eliminación como los riñones y el sistema urinario. Fortalece las glándulas suprarrenales, el bazo, los huesos y contribuye a reestructurar los sistemas celular y esquelético. Estimula la fertilidad, apoya el parto y equilibra los fluidos del cuerpo.
- Jade azul/azul-verdoso: Representa paz, reflexión y serenidad interna. Aporta paciencia y progreso lento pero constante. Ayuda a quienes se sienten abrumadxs por situaciones fuera de control.
- Jade marrón: Conecta con la tierra y estabiliza procesos. Ayuda a adaptarse a nuevos entornos.
- Jade verde: El más común. Calma el sistema nervioso, canaliza pasión de forma constructiva y armoniza relaciones.
- Jade lavanda: Alivia dolores emocionales y traumas. Promueve la paz interior y el recato emocional.
- Jade naranja: Energético y ligeramente estimulante. Aporta alegría y conexión entre los seres.
- Jade rojo: Apasionado y estimulante. Estimula el amor, libera presión emocional y canaliza la tensión de forma positiva.
- Jade blanco: Promueve claridad mental y decisiones acertadas. Favorece la energía constructiva.
- Jade amarillo: Estimulante y alegre. Potencia los sistemas digestivo y de eliminación.