La turquesa es una piedra sanadora muy eficaz que brinda bienestar físico y espiritual. Es una aliada protectora que ha sido utilizada desde tiempos antiguos. Fomenta la sintonía con los planos sutiles y facilita la comunicación espiritual.
Potencia la intuición, la meditación, y la comunicación, especialmente al trabajar sobre el chakra garganta, el tercer ojo o el plexo solar. Libera bloqueos energéticos, facilita la autoexpresión y ayuda a explorar vidas pasadas o comprender el propósito de cada momento.
Actúa como purificadora, disipa energías negativas y la bruma electromagnética. Armoniza los chakras, equilibra los cuerpos físico y sutil, y alinea energías masculinas y femeninas. Promueve la autorrealización, la empatía y la resolución creativa de conflictos.
Psicológicamente, fortalece y calma: disuelve el autoengaño y los patrones de autosabotaje. Mentalmente, da claridad y calma; emocionalmente, estabiliza los estados de ánimo y potencia el amor romántico.
Físicamente, es útil para tratar agotamiento, depresión, pánico y proteger contra agentes externos o contaminantes.